Introducción
La creciente explotación de recursos naturales y el cambio climático están afectando la disponibilidad de estos recursos, especialmente del recurso hídrico.
El sector agrícola en particular es extremadamente sensible al cambio climático, debido en gran parte a las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI), y al crecimiento de la población mundial por el consecuente aumento de la temperatura, por el cambio en los patrones de precipitación (cantidad y distribución durante el año), por eventos extremos como sequías e inundaciones, que pueden dañar cosechas enteras, desertificación y aumento de la demanda de agua potable y para la irrigación.
Aún así, productos diferentes tienen impactos diferentes, entonces es posible, por ejemplo a través de una elección nutricional, modificar estos impactos.
Consumo hídrico: agua virtual
Para optimizar el uso del agua, se empezó a prestar atención a la cantidad total de agua necesaria durante el ciclo de vida completo de los productos: producción, transporte y almacenamiento. Cualquier producto necesita una cantidad de agua definida para llegar a los consumidores, aunque no la compran directamente. Entonces, a cada producto le corresponde una cantidad de agua equivalente que se define como agua virtual.
A cada producto le corresponde también una cantidad de CO2 equivalente, debida al consumo de energía necesaria para su producción.
“El agua virtual (AV) representa el cálculo de la cantidad total de agua que se requiere para obtener un producto, lo cual incluye el agua utilizada durante el cultivo, el crecimiento, procesamiento, fabricación, transporte y venta de los productos. Para cada alimento y producto agrícola o industrial se puede calcular el contenido de agua virtual y se dice que es virtual porque no está presente en los productos finales” (OroMapas, n.d.).
Ilustración 1 – Huella del Agua por producto (OroMapas, n.d.)
Por ejemplo, cuando bebemos un litro de agua de la botella, se adiciona el agua necesaria para producir la botella y para su transporte; cuando compramos una camiseta, se adiciona el agua necesaria para la irrigación de la plantación de algodón y aún más agua es necesaria para la indumentaria sintética.
La figura abajo muestra ejemplos de valores de agua virtual correspondientes a algunos productos comunes:
Ilustración 2 – Agua Virtual (Cosas de Agua, n.d.)
La figura muestra como difiere el impacto de diversos alimentos considerando su propio ciclo de producción. Las carnes tienen mayor impacto, en particular la carne de res y productos derivados, como el queso. Entre los cereales y las frutas existen también diferencias muy grandes según el tipo: por ejemplo, el proceso de producción del arroz requiere cerca de 3.5 veces más agua que el maíz y el trigo, mientras el coco requiere 50 veces más agua que una naranja.
La elección nutricional como mitigación del calentamiento global
De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (2014), el sector AFOLU (Agricultura, Silvicultura y otros usos del suelo – Agriculture, Forestry and Other Land Uses) es uno de los más relevantes por emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (GEI), causándole casi una cuarta parte.
Esto es debido a los procesos químicos en el suelo, al uso de fertilizantes a base de nitrógeno, y excreciones animales (Whitehead & Edwards, 2015).
Ilustración 3 – Emisiones antropogénicas de GEI por sector económico (IPCC, 2014)
El aumento de las temperaturas producto de los GEI:
– compromete la cantidad del agua, ya afectada por el aumento de la población
– la calidad del agua
– conduce a infecciones de las plantas más frecuentes por los insectos, por lo tanto, requiere un mayor uso de pesticidas, que amenazan la salud del ganado que consumimos.
La mayoría de las iniciativas actualmente realizadas para contrastar al calentamiento global son orientadas a los sectores industrial y de producción de energía; todavía algunos estudios se han focalizado recientemente en la posibilidad de reducir los impactos asociados al sector agrícola mediante cambios de dieta (Stehfest, Bouwman, van Vuuren, den Elzen, Eickhout, & Kabat, 2009).
Analogamente a los procesos industriales, la producción de comida implica cantidades significativas de energía, y por lo tanto, de emisiones. Estas cantidades varían considerablemente según el alimento producido y fue comprobado que las dietas a base de plantas tienen mucho menor impacto respecto a las dietas a base de animales.
Un estudio sueco analizó el nivel de energía necesario para diferentes alimentos, encontrando variaciones fuertes entre tres grandes categorías de comida – carne, pescado y fruta – , también en los métodos empleados de producción, transporte y almacenamiento. Entonces, para calcular correctamente su impacto, se consideró el ciclo de vida completo de los alimentos (Carlsson-Kanyama, Ekstro, & Shanahan, 2003).
Otro estudio basado sobre datos del Reino Unido investigó las distintas emisiones por diferentes tipologías de dietas, también considerando el ciclo de vida completo de los productos. Los resultados fueron acomodados según edad y sexo, dado que la nutrición depende también de estos parámetros. Fueron analizadas las emisiones por seis tipos de dietas de 2000 kcal: grande/medio/pequeño consumidor de carne, consumidores de pescado, vegetarianos y veganos.
Las tablas siguientes muestran las cantidades de CO2-equivalente por masa de alimento producida y por tipo de dieta, que van aumentado proporcionalmente a la cantidad de carne consumida (Scarborough, et al., 2014).
Tabla 1 – Emisiones por unidad de alimento (Scarborough, et al., 2014). (*) GHG = Greenhouse Gases, GEI
Food category | GHG (*) emissions
[kgCO2e/kg] |
Bovine Meat | 68.8 |
Mutton & Goat Meat | 64.2 |
Animal Fats | 40.1 |
Tabla 2 – Emisiones según el tipo de dieta (Scarborough, et al., 2014)
Diet type | GHG emissions
[kgCO2e] |
High meat-eaters (≥ 100 g/day) | 7,19 |
Medium meat-eaters (50-99 g/day) | 5,63 |
Low meat-eaters (< 50 g/day) | 4,67 |
Fish-eaters | 3,91 |
Vegetarians | 3,81 |
Vegans | 2,89 |
Los análisis muestran que el solo consumo de carne afecta significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular de CH4 y N2O, debidas a los rumiantes, entonces al consumo de carne de res y productos lácteos (Westhoek, et al., 2014).
Mientras las plantas implican grandes cantidades de emisiones de CO2, debido a los procesos productivos intensivos, el ganado implica emisiones directas de CH4 y N2O mediante la fermentación en el proceso digestivo de los rumiantes y a la transformación microbiana del nitrógeno en abonos (Carlsson-Kanyama & González, 2015).
Ambos gases tienen valores mayores de Potencial de Calentamiento Global, o sea “cuánto calor puede ser atrapado por un determinado gas de efecto invernadero, en comparación con un gas de referencia, por lo general dióxido de carbono” (Wikipedia, n.d.)
Ilustración 4 – Desglose de las emisiones del sector pecuario por fuente
Ilustración 5 – Emisiones GEI por producto (Bryngelsson, 2015)
La eliminación o la reducción de estos alimentos de la dieta, no solo reduce las emisiones, también beneficia directamente la salud humana, aumentado la expectativa de vida: reduce los riesgos de enfermedades cardiovasculares, cáncer colorrectal y accidente cerebrovascular, frecuentes resultados de dietas poco saludables con altos niveles de carne roja y grasas saturadas. También se pueden encontrar efectos positivos indirectos en la consecuente reducción de los antibióticos a consumir (Westhoek, et al., 2014).
Por el contrario, la demanda de carne y productos lácteos en muchos países está aumentando, empeorando la salud humana y amenazando la seguridad alimentaria mundial. La producción ganadera implica alimentación animal, entonces la necesidad de áreas agrícolas más grandes para criar ganado y cultivar forrajes y consecuentemente aumento de la deforestación, con aún mayores emisiones. La consecuencia será el deterioro de la calidad de la tierra agrícola, lo que conducirá a la pérdida de biodiversidad global, la desertificación y la degradación de los pastizales (Bailey, Froggatt, & Energy, 2014).
Ilustración 6 – Uso del suelo y dieta humana (Bryngelsson, 2015)
La Academia de Nutrición y Dietética está promoviendo la comida predominantemente vegetariana para aumentar la conciencia pública sobre este tema (Hawkins, 2015). Aún es necesario que los Gobiernos apliquen otras estrategias, como cooperar con los fabricantes de alimentos y los servicios de restauración y encontrar políticas adecuadas para aplicar, por ejemplo, al sistema tributario y proporcionar oportunidades de adaptación a determinados comportamientos de consumo (Westhoek, et al., 2014).
Incluso los países desarrollados, que tienen las mayores responsabilidades en relación con las emisiones de gases de efecto invernadero, aún no han fijado objetivos concretos para la reducción de la producción ganadera. Las únicas excepciones al respecto parecen estar representadas por Francia, Bulgaria y Brasil, que en realidad formularon políticas encaminadas a reducir las emisiones derivadas de la producción pecuaria. Por otra parte, Australia y la Unión Europea sólo firmaron el Protocolo de Kyoto para reducir los gases de efecto invernadero, lo que, sin embargo, alienta la intensificación de la producción ganadera de manera sostenible en lugar de limitarla (Bailey, Froggatt, & Energy, 2014).
Ilustración 7
Conclusión
Cada producto agrícola o industrial necesita determinadas cantidades de agua y energía, causando entonces emisiones GEI, para su producción, que pueden ser medidas en terminos de agua virtual, o agua equivalente, y kg de CO2 equivalente.
En distintas maneras, los productos afectan el ecosistema, y consecuentemente la salud humana. Entre los alimentos, los que tienen impacto mayor son las carnes y en particular los productos derivados de los rumiantes.
Los impactos de los fenómenos analizados en el texto están resumidos en el siguiente esquema:
Ilustración 8 – Esquema de impactos
Las dietas pobres en carne serian también más saludables; de todos modos, los beneficios ambientales por sí solos deben ser considerados como rentables para la salud de los seres humanos, como parte de un ecosistema más grande.
Los cambios en la dieta pueden ser sorprendentemente eficaces; el problema reside en su implementación.
Este es un tipo de solución que puede ser realizada por individuos simplemente modificando su propio estilo de vida y comportamiento, pero esto no puede ser dictado por la ley y podría aplicarse lentamente, cerrando la brecha de conciencia pública. La falta de conocimiento entre el público representa el mayor obstáculo para que los gobiernos realicen cambios en las tendencias dietéticas, junto con los intereses económicos de los productores.
Desafortunadamente, el cambio climático no siempre es un punto focal en los intereses públicos y no será suficiente para enfatizar los beneficios para el medio ambiente. Será necesario aplicar estrategias políticas integradas para llevar a cabo las transformaciones sociales, económicas y ambientales necesarias (Bailey, Froggatt, & Energy, 2014).
Martina Raffellini, Departamento de Ingeniería Civil y Industrial, Pontificia Universidad Javeriana Cali
Michelle Österle, Departamento de Ingeniería Civil, Geo y Ambiental, Technische Universität München
Bibliografía
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