Los colores del agua y su conservación

Carolina Botero Ortiz
Estudiante de Ingeniería Civil: Pontificia Universidad Javeriana Cali

La disminución en la disponibilidad del agua en el mundo es un problema que día a día empeora, inspirando célebres distopías dentro del cine y la literatura, donde se libran guerras e invasiones, ya no por oro o petróleo, sino por este preciado bien. Hace algunas décadas estos escenarios estaban estrictamente relegados a la ciencia ficción. Sin embargo, estudios recientes realizados por diversos organismos competentes, como la UNESCO en su Informe de las Naciones Unidas sobre los Recursos Hídricos en el mundo 2015: Agua para un mundo sostenible, apuntan a un crecimiento insostenible de la población y a un constante aumento en la demanda mundial de agua, haciendo evidente una inminente crisis por el acceso al recurso. Los afanes y la preocupación por la conservación de la misma impulsa el desarrollo de áreas de la economía hasta hace poco  no exploradas, produciendo inexorablemente conceptos que evidencian el uso y el deterioro del agua en el planeta.

De esta manera aparece el concepto de Agua Virtual, acuñado en 1993 por el geógrafo británico John Anthony Allan. El Agua Virtual es la cantidad de agua utilizada en la elaboración o prestación de un bien, producto o servicio, ya sea consumida de forma directa o indirecta. El consumo directo contempla el agua empleada o contaminada durante la producción y la contenida por el producto, mientras que el consumo indirecto se relaciona con la cantidad de agua necesaria para producir cada una de las materias primas implicadas en la manufactura del mismo. Bajo este contexto, si utilizamos como  ejemplo una botella de cerveza, el agua dentro de la botella más el agua contaminada durante el proceso de fabricación sería el consumo directo, el agua utilizada para producir el cristal de la botella, la pintura, la tapa metálica, la cebada, el lúpulo, entre otros componentes, corresponde al consumo indirecto, y todo en su conjunto es el agua virtual empleada en dicha manufactura.

Ahora, antes de hablar de los colores del agua, es necesario definir la huella hídrica. El concepto fue propuesto por primera en 2002 por el profesor en Manejo del Agua de la Universidad de Twente, Arjen Hoekstra, y se ha mantenido prácticamente inalterado. La Organización Internacional de Normalización la define en su normativa ISO 14046 del 2014 como “la métrica o métricas con las que se cuantifican los impactos ambientales potenciales relacionados con el agua”, en otras palabras, es un indicador del uso y apropiación del agua dulce. Esta idea es particularmente interesante porque además de incluir el consumo directo e indirecto del agua del que ya hablamos, discrimina también según la procedencia y destino, y lo hace asignando la etiqueta del color, puede ser azul, verde o gris.

El agua azul es el agua dulce consumida proveniente de fuentes superficiales, como ríos, lagos y aguas subterráneas. Aquí se contemplan 4 formas de consumo: Evaporación, incorporación de agua a un producto, agua que no regresa a su propia zona de captación y agua que no es devuelta en el mismo periodo o temporada. En este punto vale la pena aclarar que la importancia de esta medida es la de estimar la disponibilidad del agua utilizable, puesto que a pesar de que el agua es un recurso renovable y el agua evaporada o utilizada directamente en los productos volverá con un alto grado de certeza, debido a que es parte de un ciclo, esto no significa que su disponibilidad es ilimitada, sólo podemos disponer del agua en un lugar y momento dados.

El agua verde es el volumen de aguas lluvias consumidas durante el proceso de producción. Debido a que es mayormente aprovechado por plantas, siendo estas las que se benefician con la humedad del suelo y la atmosférica, además de la retenida por ellas mismas durante las lluvias. Este tipo de agua es de especial interés para la agricultura y productos relacionados con el cultivo.

Hacer una diferencia entre los dos tipos de agua mencionados es realmente importante porque el impacto ambiental y al mismo tiempo los costos de producción se ven considerablemente mitigados al hacer un uso adecuado de cada uno, si se conocen las condiciones que favorecen el uso de uno o del otro.

Para terminar, el agua gris es el agua contaminada durante un proceso, ya sea de producción o de prestación de un bien y/o servicio. La definición más aceptada es la cantidad de agua utilizada para disolver un agente contaminante hasta alcanzar o superar la calidad del agua acordada por las Normas de Calidad del Agua.

Estos conceptos se empezaron a emplear para realizar un estudio más minucioso del uso del agua en el mundo. Por su ingeniosa forma de evidenciar el uso excesivo y desmesurado del agua por nuestra parte, han servido además como herramienta de concientización. Las predicciones para los años venideros no es nada optimista, pero con políticas internacionales que favorezcan el desarrollo sostenible y una conciencia global de nuestras problemáticas, probablemente podamos darle la vuelta a la situación y permitirnos un futuro próspero.

Referencias bibliográficas

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Organización Internacional de Normalización. (2014). ISO 14046:2014(es), Gestión Ambiental – Huella de Agua – Principios, Requisitos y Directrices. [En línea]. Recuperado de: https://www.iso.org/obp/ui#iso:std:iso:14046:ed-1:v1:es

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